sábado, 4 de junio de 2011

Amor a la barba

 Manuel tiene poco más de cincuenta años y usa barba, como muchos otros hombres. Nunca lo he visto sin ella. Su hija tampoco, sólo en credenciales o documentos de antes de que ella naciera. Parece que ni su esposa lo ha visto lampiño alguna vez. ¿Acaso era él mismo antes de usar barba? Lo dudo. En casos como éste barba y bigote trascienden lo físico: se vuelven rasgos del carácter.

Por ejemplo Chaplin. ¿Habría sido tan genial sin su famoso bigote? En las fotos de cuando era joven es muy difícil reconocerlo. Ese rostro no parece el suyo: más que la falta de maquillaje, desconcierta el inconcebible espacio vacío sobre sus labios. No importa que el bigote sea de utilería; sin él, Chaplin se queda en el desconocido Charles Spencer.
También sobre la barba se construye identidad. Sin ella, ¿quiénes habrían sido Barbarroja o Barbanegra? Hasta la fecha es imprescindible para todo asceta hindú que se respete. Vaya, ni Jesucristo parecería tan santo si le faltara. Cualidad divina: la pelambre en los rostros españoles contribuyó a que los nativos americanos los confundieran con dioses.

Quizá por estas razones metafísicas integró Hitler el bigote tipo mosco a su imagen de líder. Me pregunto si los Aliados se plantearon alguna vez astestarle un golpe estético. ¿La ausencia de ese bigotito anularía la contundente persuasión de sus gesticulaciones? De haberlo intentado, le habrían golpeado al menos el ego.
Porque barba y bigote son eso: ego varonil, presunción de virilidad. Si no, ¿por qué se impacientan los hombres a la espera de que les salga el vello facial? ¿No es cierto que se miran con ansia en el espejo y se rasuran con vanidad en cuanto pueden? Sé de varios que despreocupadamente apuestan su cabellera, pero ni de broma se jugarían el mostacho.
Una vez le pregunté a Manuel cuándo empezó a dejarse la barba. Como a los 20 ó 22, dijo, ya en la carrera.
─¿Alguna vez una mujer te pidió que te la quitaras?
─No, por fortuna a todas les gustaba.
─¿Qué harías si tu esposa alguna vez lo hiciera?
─Creo que tendría pedirle el divorcio─, respondió entre carcajadas, mientras acariciaba los vellos de su adorada barba.

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