domingo, 18 de octubre de 2009

Caput

Algo sucedió la semana pasada en el país, el siguiente vagón en el tren de resoluciones gubernamentales que desde hace unos meses irrumpió en la escena política nacional: el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, oprimió el botón de apagado de Luz y Fuerza del Centro.
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. La cantidad de problemas de la paraestatal presentados para respaldar la decisión del ejecutivo es apabullante: baja productiviad, ineficiencia, falta de recursos, sueldos desproporcionados y prestaciones injustificadas; con estos argumentos, un decreto semejante resulta lógico y plausible. Las réplicas del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), por su parte, tampoco carecen de elocuencia: la baja productividad es más producto de mala administración que de indisposición para prestar un buen servicio, los trabajadores no gozaban de salarios desproporcionados, pues más de la mitad ganaba menos de 6 mil pesos mensuales, y la falta de recursos se debe en parte a las grandes empresas y dependencias del gobierno que no pagan luz, alteran medidores o negocian reducciones en el cobro..
. Lejos de tomar partido por uno u otro de forma tajante, me gustaría llamar la atención sobre los modos operacionales en Los Pinos. Karl Popper, en sus escritos sobre la sociedad abierta, describe cuál debería ser la función del político: solucionar problemas, no plantear utopías; aceptar los errores, no ocultarlos. Se refiere a dos maneras diferentes de afrontar la realidad: una holista que contempla al todo sin ver sus partes, aquélla del niño que escribió mal una palabra y arranca del cuaderno toda la hoja, la mentalidad de los regímenes totalitarios y sus intentos de purificación social, racial o religiosa; la política del “borrón y cuenta nueva”. La otra forma recuerda más a los anuncios de cartuchos de tinta individuales Epson: ¿para qué deshacerte del todo cuando sólo falla una parte?
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. A esto Popper lo llama ingeniería gradual: llevar a cabo pequeños ajustes para lograr la mejoría deseada. El ingeniero social quiere saber qué se espera de una institución, si opera correctamente, si está bien concebida y organizada para sus fines y cómo puede funcionar mejor. No se trata de lanzar un decreto y ¡caput! una paraestatal y tres secretarías desaparecen, es localizar los problemas en ellas y resolverlos. ¿La compañía no produce lo que de ella se espera? Ubicar al responsable: quién es, por qué no presenta resultados, ¿no sirve? Adiós. ¿No hay recursos suficientes? Aplicar medidas de cobro más rigurosas, sin exentar a las grandes compañías, cortarles la luz con la misma rapidez que al vecino moroso. ¿Existen trabajadores con sueldos injustificados? Evaluar el contraste trabajo-salario y corregirlo.
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. Soluciones a las deficiencias de Luz y Fuerza del Centro, las había; faltaba voluntad para rescatarla, pues los argumentos de Felipe Calderón parecen no aplicar en otros ámbitos. ¿Por qué no tomar las mismas medidas con Telmex, la telefonía más cara del mundo, o con las empresas de particulares que el gobierno ha rescatado? Los miembros de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión, que aplaudieron como focas cuando el ejecutivo afirmaba como niño malcriado “¡Yo sé que tengo la razón!”, parecen olvidarse de esto.
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. Sin embargo, mis palabras pueden derrumbarse con un simple argumento: Karl Popper escribía filosofía política, es decir, trabajaba en el terreno del deber ser, y del dicho al hecho hay un buen trecho. Él mismo decía que una teoría necesita responder a la realidad para ser válida y México es un país empeñado en desafiar toda teoría y ley social, una manzana decidida a caer hacia arriba. La sociedad abierta planteada por Popper es una sociedad democrática, y una de sus características centrales es poder lograr cambios sin violencia. La forma de terminar con la paraestatal contradice este principio.
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. Pero la responsabilidad del bienestar social no debe caer por completo en el gobierno: Popper nos advierte que como pueblo debemos tener un control institucional del poder político, vigilar el crecimiento del Estado y de la burocracia para preservar la libertad sin perder la seguridad. Hace unos días la presidencia de la República apagó a Luz y Fuerza del Centro, pero, con sus decretos, sus reformas y sus impuestos, está preparando el cableado para un estallido social. Dependerá de nosotros si prendemos ese switch.

2 comentarios:

  1. Ciertamente, los fines de la política según la filosofía son muy diferentes a lo que nos plantea nuestra realidad. Desafortunadamente nos enfrentamos a un gobierno que no da una. Como diría un profe de la facultad: "Que se vayan los pendejos aunque regresen los rateros".

    Pero desafortunadamente para Calderón se está haciendo de demasiados enemigos, y eso, según Maquiavelo no es nada bueno, más cuando haces a grandes sectores de la población tu enemigo, ya qué el mismo admitiría que el pueblo tiene el poder de darle jaque a cualquier príncipe.

    Buen blog, mis felicitaciones a todos los compañeros que hacen este espacio.

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  2. Sara Villegas Ramos23 de octubre de 2009, 23:50

    Hola Ángel, me gustó mucho tu texto.

    A pesar de que pareciera difícil ofrecer algo distinto sobre Luz y Fuerza del Centro (todos hablaron, escribieron y opinaron sobre el tema) tú lo lograste.

    Me gustó mucho que hayas usado a Popper como referencia teórica, se agradece. Aterrizar las teorías en sucesos de la realidad social es necesario y creo que está subestimado. Compramos el discurso de que las teorías se encuentran rebasadas sin analizarlo realmente.

    Me gusta tu estilo. Seguiré tus artículos...

    Saludos,

    Sara

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