domingo, 29 de noviembre de 2009

FCPyS: Un ciclo termina, una reputación se corrompe


Octavio Paz describió los días de fiesta como pequeños paréntesis a la agitación, confusión y locura cotidianos; espacios que rompen el asco de la rutina, la asfixia de transitar por los mismos lugares, el hastío de ver rostros familiares; es un momento donde las pasiones fluyen, las prohibiciones se suspenden, el alma se libera. No se equivocó. Como buenos estudiosos de la literatura, las humanidades y las ciencias de lo social, los alumnos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, FCPyS, se encargaron de hacer valer con creces tal postulado; lo anterior, durante la celebración del fin de cursos correspondiente al segundo semestre del año 2009; para muchos, la conclusión de los estudios de licenciatura.
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. “¡Los mariachis llegan a las cuatro de la tarde!”, se escuchaba entre pasillos, estantes de la biblioteca y las filas de copias; no obstante, hubo quienes no se aguantaron hasta la hora marcada y comenzaron a festejar con bastante antelación. Dos p.m. y en el baño de mujeres del edifico A, planta baja, un caballero custodiaba la puerta del retrete donde su damisela terminaba de arrojar los demonios que le salían por la boca, a manera de vómito y groserías. Ambos eran, a partir de este momento, egresados de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, ¿dignos representantes de la institución? Por supuesto que no.
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. Escenas de alumnos con botellas de alcohol en las manos que deambulan por las instalaciones, compras de marihuana pactadas en plena explanada y parejas que demostraban su amor con absoluta desinhibición en los jardines; eran la muestra perfecta de los usos que se le deben dar a una institución de enseñanza superior, a una escuela calificada entre las mejores de Iberoamérica, la ganadora del Premio Príncipe de Asturias, la Máxima Casa de Estudios del país.
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. Abanderados siempre con el pensamiento crítico y la reflexión, dejamos la práctica de ambos recursos siempre para otros, nunca para nuestros propios actos; ser juez y parte es algo que el Derecho simplemente no concibe, sin embargo, ocasiones como ésta nos invitan a romper la norma y colocarnos en ambos lados de la balanza.
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. Tenemos que cuestionarnos: ¿por qué, en lugar de poner un límite, las autoridades de la facultad se conformaron con cerrar salones y edificios completos? ¿A quién se lo ocurrió que la única manera de desalojar a los imprudentes era con un apagón generalizado, cuando en las instalaciones aún se encontraban en labores maestros y estudiantes? ¿Cómo fue posible que en menos de una hora, la chica no identificada del sanitario saliera inconsciente en brazos de dos hombres y fuese abandonada en las jardineras? ¿Por qué con una estación de vigilancia a unos cuantos metros, ninguna patrulla acudió al recinto? ¿Por qué se nos hincha la garganta y los huevos ante los ataques de la alta sociedad y las universidades privadas, cuando hacemos lo posible por brindar solidez a sus argumentos?
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. Encontrar y adjudicar culpables será la parte más fácil y también la más inútil, las acciones por las que tanto peleamos son lo que en verdad hace falta en nuestra escuela; manifestaciones en contra de causas civiles, acopio de alimentos para hermanos en desgracia, defensa del derecho a la educación, proyectos de investigación, avances médicos, análisis político, mejoramiento de las relaciones entra naciones y amplios impulsos a la cultura son los elementos que nos distinguen y exaltan para bien. No hagamos que el consumo de drogas y excesos como el de este 27 de noviembre hablen en nuestro nombre para mal.
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. ¿Qué hubiera sucedido si en lugar de ser observados por simples compañeros y docentes, los vieran sus futuros empleadores? “De la UNAM no aceptamos”, volverían a versar los avisos de ocasión, las bolsas de trabajo por internet, los letreros en el departamento de recursos humanos.
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. Cada cosa en su sitio compañeros, si llamamos Alma Mater, alma madre, a nuestra UNAM, tratémosla como se merece; ¿o es que observamos una falta de respeto semejante ante cada una de nuestras progenitoras? Apuesto que no es así. ¿Será que sólo nos gusta lucir la piel dorada y la sangre azul en los partidos de futbol? ¿A caso peleamos por ampliaciones de matrícula para tener más acompañantes de farra? ¿A caso actuamos como los hermanitos quienes se defienden de afrentas ajenas porque sólo nos es lícito destruirnos entre nosotros?
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. Llevar el nombre de la universidad al cielo o arrastrarla por el suelo depende de nosotros, de esas generaciones que festejan desenfrenadas y las que todavía ocupamos las aulas; será cuestión de nosotros dar cabida o no a un artículo como este.

6 comentarios:

  1. PINCHE AMARGADA, PARECE QUE NUNCA HAS VISTO UNA FIESTA. MEJOR CONSIGUETE UN NOVIO QUE DE SEGURO NI TIENES.
    PUES SI, A LA UNI SE VA A APRENDER, PERO TAMBIÉN ES PARA CONVIVIR Y NO TODOS LOS DIAS SE CONCLUYE UNA CARRERA, ASÍ QUE TENEMOS DERECHO A FESTEJAR ¿O NO?
    DE SEGURO NUNCA HAS IDO A UNA FIESTA Y APARTE DE FEA HAS DE SER UNA PINCHE NERD.

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  2. HOLA!!!!!
    Tienes mucha razón con el festejo que hubo el viernes 27,en donde la facultad se convirtió en todo una cantina y motel para los"estudiantes" que dicen ir a estudiar ese día CU fue todo menos la maxima casa de estudios...
    Además con ese olor alcohol y drogas no s´lo fue auqel 27 sino se presenta cada viernes en que los alumnos irespetuosos hacen lo que quieren con la facultad sin importarle las instalaciones y sobre todo la imagen que refleja ya que ha caido en un nivel muy bajo por los alumnos y algunos trabajadores docentes del plantel que no hacen su trabajo.
    att TAPIA DE AZEVEDO MAGDA REGINA DEL GRUPO:0023

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  3. ¿Cuál es la solución? Depende de tu visión sobre lo grave o no grave que es un daño institucional y moral con respecto a otro tipo de daños, y de lo legítimo o ilegítimo de echar desmadre después de un semestre agitado (aunque lo cierto es que los alumnos que tienden a ponerse más pedos dentro de la facu no son los mejores promedios, aunque sí pueden ser buenos elementos).

    Es incorrecto: sí, lo es, y además inconsciente porque somos una gran universidad y no estamos actuando como verdaderos universitarios que la aman y la cuidan, y da lugar a muchas interpretaciones tan subjetivas como válidas acerca de la educación y los valores que se tienen como persona. Además el simple hecho de estar penado en el reglamento hace que sea legítimamente sancionable, igual que el plagio o pasarse un alto.

    ¿Las reglas se siguen siempre?: no, si no hay coerción directa, los hábitos harán que no se acaten las normas jamás, y eso es aquí y en China.

    ¿Daña a la facultad esta situación?: Sí, en imagen pública, no de manera material, y tampoco afecta mucho en verdad la calidad del desempeño del estudiantado. No por no empedarse en la facultad tendremos más alumnos titulados ni más becados al extranjero ni mejores promedios o empleos.

    Yo veo tres respuestas finales y, como toda solución, tienen sus consecuencias:

    1. Si lo que se quiere es que deje de pasar esto, las autoridades tienen que imponer vigilancia súper-coercitiva y caerles a todos de infraganti en una fiesta, correr de la universidad a quienes se encuentre con una lata de cerveza en la mano, aún así tenga poquito, hacer una baja masiva de estudiantes y mandar a algunos a tribunal permitiéndoles quedarse con carta condicional. Incluso, a quienes se descubran con más de lo permitido de droga, mandarlos al bote. Eso sí que espantaría un buen a todos y dejarían de hacer las pedas (claro, siempre y cuando la medida se sostenga). Por supuesto, la respuesta será agresivísisma, los alumnos protestaran y habrá conflicto social severo, se causará de represión y chance hasta toman la facu, sobretodo porque se cuestionará que si nunca se ha hecho eso por qué lo hacen de la noche a la mañana. Además no creo que las autoridades quieran mucho que dejen de hacer desmadres, no les conviene.

    2. Que los estudiantes tomen conciencia del daño institucional que causan con la conducta y voluntariamente se vayan a empedar a copilco o a algún otro lugar fuera de la universidad, por amor y cariño al lugar. Esto tampoco sucederá nunca, repito, porque la mayoría no considera que pase nada grave si se hace, y, en efecto, los daños materiales no son graves y el desmadre es divertidísimo. Los seres humanos somos egoístas por naturaleza, buscamos hacer nuestra voluntad y si no nos afecta a nosotros nos vale madre hacer las cosas.

    3. Continuar como se está, pero que los alumnos cobren conciencia de que si se va a cometer este daño de imagen a la facu, lo tendrán que contrarrestar volviéndose estudiantes muy muy buenos, esto es, entrando a todas sus clases, haciendo sus tareas, preocupándose por sus notas, haciendo extraescolares, en fin, lo propio de todo niño matado. Eso crearía una extraña combinación de facultad peda pero sorprendentemente sobresaliente en lo académico, lo que psicológicamente hace que se le conceda el permiso de observar esas conductas. Claro, a muy pocos les gustaría matarse para compensar algo que ellos mismos no consideran como grave.

    Cada quien puede emitir su juicio...

    PD. Por cierto la opinión del anónimo que aparece repetida en ataque a Claudia se me hace muy grosera, falta de raciocinio, carente de contenido analítico o razonamiento lógico, extremadamente emocional y muy cobarde porque no puso su nombre.

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  4. Estoy muy de acuerdo con lo que describe tu artículo Claudia, y en parte un tanto en contra por la manera de valorarlo. Por cierto es una situación sobre la que ya he tenido algunas discusiones, debido a que al principio yo también me sentí muy molesto por lo que pasó aquel día (y eso que no estuve, sólo me contaron, jeje). Y como es un tema sobre el que he pensado y me ha preocupado en mis angustias y obsesiones, y porque quiero y no tengo mejores cosas que hacer (bueno sí las tengo pero me dan flojera) me aventaré un discurso en varios comentarios:

    Pienso que la cuestión del alcohol y la marihuana en la facultad tiene tres vertientes de causa: la primera es la relación de manejo de espacios establecidos de manera formal y de manera móvil, la segunda la importancia de los valores y los comportamientos institucionales, y la tercera una situación psicocultural de usos y costumbres.

    En la cuestión de espacios, cualquier lugar, sea una escuela, una casa, una biblioteca, la parada del autobús o la vil calle, tiene adjudicado cierto margen de comportamiento de acuerdo con la función original para la que se inventó y las demás funciones secundarias que, aunque para eso no se hayan inventado, suelen ser aprovechables también. En este caso, la facultad no es un lugar, por hábitos, con una apertura de comportamientos bastante flexible que va más allá de lo institucional; si no no se permitirían los puestos de garnachas y dulces sin los que nadie de nosotros podría vivir, ni los cubículos de Rebeldía y del CGH, ni ninguna otra de las anomalías. De igual manera, tomar, consumir droga o fajar son actividades que entran dentro de este margen de flexibilidad por hábitos que inducen al usuario del mismo a pensar en otras actividades que le pueden ser permitidas en el lugar, así como muchos toman la cafetería para hacer la tarea y leer en lugar de comer, o la biblioteca para comer y dormir en lugar de leer. La razón por la cual en las universidades particulares no sucede esto es que ahí la vigilancia cuida que los espacios conserven sus restricciones comportamentales establecidas en los reglamentos, de manera que ahí no se permite ni siquiera pegar un anuncio en una pared sin pedir permiso a la dirección. En cambio aquí, como se sabe que no se es de común sancionado por hacer esos actos, aún así vayan contra el reglamento universitario, la falta de coerción da la pauta para otro tipo de comportamientos.

    En el segundo aspecto, el gran debate para los alumnos es si en realidad se está cometiendo una falta o daño grave al consumir alcohol en la facultad o no. Lejos del pensamiento errado que muchos sorprendentemente tienen aún de que si tú te emborrachas hasta perder el conocimiento en la facultad es tu culpa y no la de los cuates con los que estabas, la cuestión es qué tipo de daño se está haciendo al consumir eso, si eres tú el que lo consume y si no dejas ninguna huella permanente, como sí lo harían otras acciones como destruir el mobiliario, grafitear las paredes o inundar los baños. Es un daño moral e institucional el que se trata aquí (además de uno legal, claro, pero esto no está mucho en la consideración de los estudiantes). El problema es que un daño institucional es un daño bastante abstracto, que para muchos no representa nada. Así hay dos posturas: por un lado la postura moderada que dice que si bebes un trago al vaso de tu compañero en la escuela no pasa absolutamente nada, porque en lo material no parece haber sucedido nada; y quienes de forma extrema dicen que un sólo trago y una botella completa son la misma cosa, porque en ambos se viola el reglamento y se daña moralmente la institución (no tomo la otra postura extrema de los pocos que dicen que ponerse drogadísimo y pedísimo y tener sexo y orgías en la facultad está bien porque creo que casi nadie la defendería, así que no está en la discusión).

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  5. En el tercer aspecto, es algo normal del ser humano la tendencia a violar las leyes cuando se sabe que no se recibirá castigo; y más aún en la cultura mexicana la de pasarse los reglamentos por el arco del triunfo. Somos una cultura con una muy baja conciencia en este aspecto, y tendemos a preocuparnos más por daños concretos como robar o matar que por daños abstractos como dejar mal la imagen de la universidad o faltar a nuestro compromiso como estudiantes que representan a una institución.
    Así que, lo que yo pienso, es que efectivamente se trata de un problema, pero un problema que, de entrada, posee una importancia relativa de acuerdo con la visión que se tenga, y en el que todos son partícipes de ello. Es cierto que por tomarte un trago no va a pasar nada, sólo estás disfrutando con tus cuates el fin de semestre echando relajo y atendiendo un poco a tu principio de placer que es el que te permite responder ante la represión de la civilización para agarrarle sabor a la vida; hay que relajarse un poco y dejar el principio de realidad a veces para no volverse neurótico y loco, y eso no puede estar sujeto a restricciones de espacio porque seguiría siendo ir con la cultura; la contracultura es espontánea.

    Es cierto también que es una falta al reglamento universitario tomar aunque sea una gota de alcohol dentro de las instalaciones de la universidad, no importando si te pega o no te pega, o si lo hacías simplemente porque tenías sed o antojo.

    Es cierto incluso que si se quisiera detener esto bastaría con poner verdadera vigilancia en vez de cerrar los edificios, pero eso atraería consecuencias que no se desean, por lo cual se prefiere sólo evitar el riesgo de que pasen cosas muy muy malas pero permitir que los alumnos desahoguen toda esa energía juvenil dejándoles hacer un poco de desmadre: pan y circo (y en ello las autoridades son muy inteligentes...).

    ¿Cuál es la solución? Depende de tu visión sobre lo grave o no grave que es un daño institucional y moral con respecto a otro tipo de daños, y de lo legítimo o ilegítimo de echar desmadre después de un semestre agitado (aunque lo cierto es que los alumnos que tienden a ponerse más pedos dentro de la facu no son los mejores promedios, aunque sí pueden ser buenos elementos).

    Es incorrecto: sí, lo es, y además inconsciente porque somos una gran universidad y no estamos actuando como verdaderos universitarios que la aman y la cuidan, y da lugar a muchas interpretaciones tan subjetivas como válidas acerca de la educación y los valores que se tienen como persona. Además el simple hecho de estar penado en el reglamento hace que sea legítimamente sancionable, igual que el plagio o pasarse un alto.

    ¿Las reglas se siguen siempre?: no, si no hay coerción directa, los hábitos harán que no se acaten las normas jamás, y eso es aquí y en China.

    ¿Daña a la facultad esta situación?: Sí, en imagen pública, no de manera material, y tampoco afecta mucho en verdad la calidad del desempeño del estudiantado. No por no empedarse en la facultad tendremos más alumnos titulados ni más becados al extranjero ni mejores promedios o empleos.

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  6. Yo veo tres respuestas finales y, como toda solución, tienen sus consecuencias:

    1. Si lo que se quiere es que deje de pasar esto, las autoridades tienen que imponer vigilancia súper-coercitiva y caerles a todos de infraganti en una fiesta, correr de la universidad a quienes se encuentre con una lata de cerveza en la mano, aún así tenga poquito, hacer una baja masiva de estudiantes y mandar a algunos a tribunal permitiéndoles quedarse con carta condicional. Incluso, a quienes se descubran con más de lo permitido de droga, mandarlos al bote. Eso sí que espantaría un buen a todos y dejarían de hacer las pedas (claro, siempre y cuando la medida se sostenga). Por supuesto, la respuesta será agresivísisma, los alumnos protestaran y habrá conflicto social severo, se causará de represión y chance hasta toman la facu, sobretodo porque se cuestionará que si nunca se ha hecho eso por qué lo hacen de la noche a la mañana. Además no creo que las autoridades quieran mucho que dejen de hacer desmadres, no les conviene.

    2. Que los estudiantes tomen conciencia del daño institucional que causan con la conducta y voluntariamente se vayan a empedar a copilco o a algún otro lugar fuera de la universidad, por amor y cariño al lugar. Esto tampoco sucederá nunca, repito, porque la mayoría no considera que pase nada grave si se hace, y, en efecto, los daños materiales no son graves y el desmadre es divertidísimo. Los seres humanos somos egoístas por naturaleza, buscamos hacer nuestra voluntad y si no nos afecta a nosotros nos vale madre hacer las cosas.

    3. Continuar como se está, pero que los alumnos cobren conciencia de que si se va a cometer este daño de imagen a la facu, lo tendrán que contrarrestar volviéndose estudiantes muy muy buenos, esto es, entrando a todas sus clases, haciendo sus tareas, preocupándose por sus notas, haciendo extraescolares, en fin, lo propio de todo niño matado. Eso crearía una extraña combinación de facultad peda pero sorprendentemente sobresaliente en lo académico, lo que psicológicamente hace que se le conceda el permiso de observar esas conductas. Claro, a muy pocos les gustaría matarse para compensar algo que ellos mismos no consideran como grave.

    Cada quien puede emitir su juicio...

    PD. Por cierto la opinión del anónimo que aparece repetida en ataque a Claudia se me hace muy grosera, falta de raciocinio, carente de contenido analítico o razonamiento lógico, extremadamente emocional y muy cobarde porque no puso su nombre.

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