Le pegaron a mi hermana y los monos de la jungla se alborotaron. Le pegaron a mi hermana y me dieron ganas de llorar, de devolverle las “caricias” al infeliz que la tocó. Le pegaron a mi hermana y huyeron de la manera más cobarde. Le pegaron a mi hermana y ella no sabe qué hacer. Le pegaron a mi hermana y sus dos hijas estaban presentes. Le pegaron a mi hermana, a mí también me dolió.
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. “Nada más le dio dos patadas”, me platicó mi madre temerosa de mi reacción. ¿Nada más? ¿Y dónde está el cabrón?, le dije. ¿Dónde crees? ya se fue…
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. Mi característica principal, según dicen los que me conocen, es que soy muy insistente, terco e impertinente. En ocasiones esa “cualidad” resulta conveniente, pero en otras ese “defecto” no tanto. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Todavía lamento, mas no me arrepiento, el haberle propuesto a mi hermana que saliéramos a jugar basquetbol, el deporte que amo y me enseñaron a adorar desde pequeño. Creo que era domingo cuando estábamos en la cancha ella y yo, dos niños jugando a ser sus basquetbolistas preferidos, cuando un individuo feo feo se postró ante nosotros y preguntó si podía jugar. No sé si fue la pendejez de los 14 años y la pubertad lo que condujo a mi hermana a enamorarse de aquél cabrón, por cierto cinco ó seis años más grande que ella. Resulta que a partir de ese momento comenzaron a salir, situación generadora de problemas en la casa. Mi papá obviamente se oponía, y mi mamá, alcahuete como todas, daba pie para que “los dos enamorados” pudieran verse aunque sea un ratito. Al parecer la canción Buenas noches don David de Ricardo Arjona, fue inventada para o inspirada en esta historia.
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. A los pocos meses de que mi hermana y el sujeto feo feo comenzaran su noviazgo, la niña de 14 años se embarazó. ¿Qué cruel, no? No sé qué fue peor, si la noticia del advenimiento del nuevo miembro de la familia o la decisión de la niña de 14 años de irse de la casa para vivir en la de la mamá de aquél. Así fue, nos la robaron, un día estaba y al otro ya no. Mi padre le echaba la culpa a mi mamá y viceversa.
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. Todos le decíamos “no te vayas, para qué si ninguno de los dos trabaja, mejor espérate a que el/la bebé nazca y ya después vemos”, sin embargo no aceptó. Ella no lo sabía pero todos sus sueños de viajar por el mundo, de querer ser aeromoza, de hablar varios idiomas, de estudiar una carrera, se esfumaron en un instante, en el momento preciso en que el esperma llegó al óvulo. ¿Dónde quedó lo “aprendido” en casa, los valores y principios inculcados por unos padres hasta cierto punto conservadores? ¿Dónde quedó esa niña que se daba a respetar, la niña inteligente que sabía lo que hacía?
. Así pasaron los años, bueno nada más cinco, porque mi hermana se volvió a embarazar. Esta vez fue diferente, qué más daba tener otra hija. No obstante, su vida iba de un lado a otro, no porque haya sufrido cambios radicales, sino porque primero vivía en casa de su suegra, luego se salía de ahí para rentar, después regresaba porque no tenía para la renta, etc., así se la pasaron (ella y su pareja) algún tiempo hasta que aconteció lo que ya todos sabíamos que ocurriría. Sus lazos familiares también se desgastaron dado que vivían en un matriarcado, en otras palabras, el esposo de mi hermana era, es y seguirá siendo un huevón mantenido, no le gusta trabajar. Resulta que después de tantas discusiones, un día como cualquier otro, mi hermana fue golpeada.
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. Ahora mi hermana vive de nuevo con nosotros, salvo que tenemos dos niñas preciosas en casa. He de confesar que alguna vez deseé que nada de esto hubiera pasado, a tal grado que estaba dispuesto a cambiar lo que he logrado personalmente con tal de que mi familia estuviera completa, sana y sin problemas. Sin embargo, luego de ver correr y jugar a dos niñas que no tienen la culpa de nada, sentir sus abrazos y besos tiernos y el escuchar cómo me dicen tío, he cambiado de opinión. Con la llegada de mis sobrinas, la casa se aprecia diferente, el ambiente ya no es tenso, mis papás se llevan mejor, y aunque me enoja que griten cuando estoy haciendo la tarea, prefiero que se queden aquí, donde recibirán buena educación y crecerán como niñas de bien. Estoy convencido que vendrán tiempos mejores. Ya me tocará a mí tener hijos y una esposa, ahí se comprobará qué tanto aprendí de los errores de los demás.
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. Atte: El primo de un amigo
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. ¡Qué barbaridad! ¿o no?
pienso que hay mejores historias que contar, y con mas creatividad...aun que coincido contigo en lo final y lo que mas me gusto, el poder ver a tus sobrinas contigo y sabes que ahi estan mejor, sea cierta o no la historia, admirble el valor de hacerlo....
ResponderEliminarMe parece buen detalle que escribas sobre otros temas porque eso muestra más sobre ti como periodista, amplias el panorama de tus lectores para que no quedes encasillado en un solo campo.
ResponderEliminarEs un buen tema con el cual algunos pueden sentirse identificados; sin embargo, pienso que es demasiado personal.
Fernanda Martínez
Es raro encontrarse con un artículo donde el autor vuelque su interior en el texto. Solemos hablar de política, de los medios, del mundo exterior; nuestra zona de confort, y a veces es en algo tan personal y tan íntimo donde se encuentra un mensaje realmente valioso para quien pudiera leerlo.
ResponderEliminarMuy buen escrito.
Más puntos y aparte, ¿no crees?
ResponderEliminarTus párrafos son muy largos y bien podrían ser divididos.
Aguas con frases como: "¿Dónde quedó lo “aprendido” en casa, los valores y principios inculcados por unos padres hasta cierto punto conservadores? ¿Dónde quedó esa niña que se daba a respetar, (...)que sabía lo que hacía?", sólo reafirmas prejuicios... "Valores y principios", "darse a respetar"... son clichés que son superados por una realidad mucho más compleja.
La juzgas (o juzgaste) duramente y de paso a todas las chicas que han pasado por una situación similar.
¡¡Bien por el atrevimiento de publicarlo!! Hay que perderle el miedo a la pluma (en este caso, al teclado) y animarnos a mostrarnos tal cual.
Saludos!
Muy buen texto Rodrigo, me gustan mucho las crónicas personales. Lo mejor es que la situaciónn, a pesar de que es en cierta forma un lugar común, puede lograr identificación con tus lectores.
ResponderEliminarno má!! quien se atreve a decir que hay mejores historias que contar?? como si hubiese mejores historias que otras, hasta parece que hay mejores personas que otras. no me atrevería ni siquiera a fijarme en la puntuación, o en que tan largos son los párrafos, tal vez porque no es mi fuerte, o tal vez porque hacer lo que hiciste merece respeto!! muchos huevos!!! de periodista a escritor, neta que bueno que rompas esquemas. que bueno que escribas de ti, creo que es parte de lo que habría que hacer para escribir de otros. ya te quiero más!! jajaja!!
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