Escuchas a Toño Esquinca y su muchedumbre mientras viajas en la combi, hojeas un TV Notas atrasado en la sala de espera de tu dentista, cambias y cambias mecánicamente de canal en la tele y sin darte cuenta te detienes en Muévete durante media hora, vas al cine y entras a ver una película “palomera” sólo por no quedar mal con los sobrinos de tu novia… Mientras todo ello ocurre pausas el flujo de tus pensamientos y te das cuenta que no eres el mismo, que tu perspectiva sobre la sociedad, tus relaciones personales, la política y la vida misma, ha cambiado. Todo, por tu bendito romance con las ciencias de la comunicación.
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. No eres el mismo que veía a Chabelo todos los domingos por el puro gusto de despertarte temprano y ver qué juguetes llenarían tu carta del próximo seis de enero. Ya no eliges un programa bajo el hormonal argumento de que aparezcan en pantalla las mujeres que enseñen más. Tus gustos y la devoción que le profesas a algo o alguien en los medios han cambiado, y no sólo en función de tu edad, sino en la medida en que has adoptado un implante de crítica y conciencia respecto a todo lo que ves y escuchas.
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. ¿De dónde proviene esta óptica de la que resulta imposible zafarte? De decenas y decenas de libros que te agobiaron noches enteras, de toneladas de copias fotostáticas que hicieron lucir a tu cuarto como oficina de burócrata, de películas dirigidas por sujetos cuyos apellidos te apantallaron la primera vez que los escuchaste, de profesores que superaron a tu mamá en el arte del arrullo y de otros tantos cuyas frases te fascinaron y ahora las repites y repites, de compañeros que en cuanto abrían la boca para participar en clase te hacían hervir la sangre por lo que sólo esperabas tu turno para opinar lo contario y armar el debate sabroso, de eternas horas nalga sentado frente a la computadora. De todo lo que te ha dado la universidad, y mejor aun, de lo que te ha retado para que busques por tu cuenta.
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. Por eso ya no ves igual. Ahora resulta fácil encontrarle algún pero a todo lo que pasa por el filtro de tus sentidos. Todo lo que vives y experimentas se almacena de forma desordenada a tu cabeza, tanto que se la pasa merodeando por tus pensamientos todo el tiempo, para que cuando necesites exponerlo, se te esconda maliciosamente. No recuerdas con exactitud lo qué dijo tal o cual autor, de las películas que viste sólo te quedan sensaciones, de las novelas pasajes y de las teorías malos recuerdos.
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. Vives un bendito romance con la comunicación, un contrato nupcial que no permite divorcios ni separaciones. Sueñas y ves hacia un futuro lejano con expectativas a veces fatalistas y otras tantas prometedoras, pero siempre con la añoranza de las pasiones puras, libres de esa “conciencia crítica intelectualoide”, que te llevaban a hacer muchas cosas nada más porque sí.
"Pero siempre con la añoranza de las pasiones puras, libres de esa 'conciencia crítica intelectualoide', que te llevaban a hacer muchas cosas nada más porque sí".
ResponderEliminarCreo que le diste en el clavo, Danny.