México celebró hoy un intercambio histórico con la nación europea con la que más pasado comparte: España. México recibió los dos estandartes insurgentes capturados por las tropas realistas en la Batalla de Puente de Calderón en 1811, y entregó dos estandartes españoles de la expedición del General Barradas, obtenidos en 1829 por tropas de la República Federal Mexicana en Tampico, quienes derrotaron a las fuerzas españolas en su intento de reconquista.
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. Se trata de un acto conmemorativo a propósito de las celebraciones del Bicentenario que además permite estrechar lazos con una nación hermana. A este festejo se suma la iniciativa del presidente Felipe Calderón de obsequiar, a través de las fuerzas armadas, una pequeña bandera a cada familia mexicana para ser colocada en cada hogar durante este Año de la Patria.
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. La identidad nacional, la identificación con un territorio, un pueblo, unos símbolos y un lenguaje son importantes no sólo para dar cohesión a un país o para que continúe como una sola unidad política, económica y geográfica, además da a un ciudadano raíces, sentido de pertenencia, una sensación de satisfacción al saberse parte de algo.
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. No ha dejado de sentirse, sin embargo, cierto hartazgo frente a las múltiples formas que se han concebido para celebrar el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución. Será, tal vez, porque no siempre coinciden los mensajes provenientes del gobierno y los medios con el panorama actual.
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. México celebra cada 15 de septiembre, grita, vitorea y aplaude. Se siente bien ante la llegada de su cumpleaños número 200. Son plausibles también los acontecimientos históricos y culturales como el intercambio de estandartes que se sostuvo hoy entre México y España.
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. Sin embargo la gente también sabe distinguir entre el festejo y la parafernalia empleada como cortina de humo que busca cubrir la realidad nacional. Los anuncios en la televisión de las "estrellas del Bicentenario" y "el México del ya se pudo", la iniciativa México, las fotografías perfectas pero irreales de la exposición México en tus sentidos, el querer conectar todo, todo, hasta la llegada de la obra de un pintor belga a Bellas Artes, con el Bicentenario; intentos todos de presentar un México que no existe, ilusorio.
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. A esto se suma ahora, la repartición de banderitas. Un detalle que no deja de parecer lindo y sin embargo tan innecesario. ¿Cuánto costará semejante suministro de banderas? ¿Es un modo sensato de invertir los fondos destinados a las celebraciones de dos fechas históricas tan importantes?
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. Además del hecho más obvio: que no es difícil (y menos en fechas próximas al 15 de septiembre) conseguir una bandera de México —y no una para la familia, sino una para cada miembro de la familia—, si al ciudadano común se le pregunta qué le gustaría que hubiera en cada familia mexicana, que le tocara a todas por igual, seguramente su respuesta no sería que una bandera. Tal vez pediría que en cada familia hubiera comida, trabajo, educación, oportunidades, seguridad. Por supuesto, tampoco se espera que los fondos destinados a los festejos den para eso.
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. En el discurso que dio Felipe Calderón en la Ceremonia de Recepción de Banderas Históricas dijo con orgullo lo siguiente: "Hoy somos una nación orgullosamente democrática, donde las libertades se ejercen a plenitud y sin cortapisa alguna. Somos uno de los actores económicos más relevantes en el ámbito internacional. Hemos alcanzado grandes conquistas, en la educación o en la salud, o en otros sectores sociales que benefician a los mexicanos. Y, asimismo, México ha dado al mundo mujeres y hombres talentosos que han destacado en las ciencias, en las artes, en las humanidades, en el deporte".
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. Construir un México como el que describió Calderón sería, para muchos —quizá para todos—, la mejor forma de celebrar el Bicentenario y, aunque no es tan vistoso, en definitiva es preferible a una bandera.
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