lunes, 7 de junio de 2010

La obesidad infantil, guerra de muchas trincheras.

A partir del ciclo escolar 2010-2011 comenzarán a ponerse en práctica los lineamientos para las cooperativas escolares en los centros de educación básica, como parte de una campaña contra la obesidad infantil. Entre estos lineamientos se encuentra la salida inmediata de las bebidas gaseosas y azucaradas. De igual manera se está contemplando la posibilidad de incluir frutas y verduras en los desayunos escolares y de realizar programas de reactivación física en las escuelas. 
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. Medidas acertadas que, tal vez, peques de llegar unas décadas demasiado tarde, sin embargo, el peso de la responsabilidad de frenar la obesidad infantil depositado casi en su totalidad en el sector educativo no será suficiente.
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. Las instituciones públicas han comenzado un esfuerzo muy grande en materia publicitaria para advertir sobre los riesgos del sobrepeso, la mala alimentación y el sedentarismo, que va desde recomendaciones de hacer ejercicio hasta anuncios francamente aterradores donde individuos gordísimos engullen alimentos jumbo mientras una voz en off dice "si comes en exceso te puede dar un infarto". Pero semejantes acciones tendrán poco impacto si no se realiza un cambio radical en la cultura de lap oblación.
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. Dos puntos fundamentales habrían de atacarse desde ahora (aunque seguramente hay más), ambos relacionados con la educación en casa: el uso de dulces y golosinas en sistemas de premio y castigo -si te portas bien te compro un dulce, si no te callas no tomas refresco- y la utilización de computadora, televisión y videojuegos como "nanas electrónicas".
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. No se trata de que los niños no vean la tele ni juegen videojuegos, sería absurdo pretender prohibir estas actividades, pero el hecho de que hay aparatos que premiten que un niño se divierta, distraiga e incluso aprenda sólo con interactuar cond icho aparato no exime a los padres de sus responsabilidades en la diversión, la recreación y el aprendizaje.
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. Sí, un rato frente a la compu o viendo las caricaturas, pero también un tiempo para salir a la calle, caminar, correr, jugar; actividades en las que los padres tienen que estar involucrados, aunque los niños den lata.
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. En casa también se debe dar una formación alimentica, no dejar el trabajo a los anuncios de la Secretaría de Salud o a los maestros de la escuela, porque si no, sí, los niños ya no comprarán chatarra en el recreo, se esperarán a la salida para ir a la tiendita.
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. Al final de cuentas, resulta muy difícil mantener algo lejos del alcance de un niño si éste quiere acceder a ello. No venderlo o prohibirlo resulta de poca ayuda. Más efectivo sería hacer conciencia en el niño sobre qué es dañino, qué es sano y qué no lo es. Sin tampoco caer en las satanizaciones, pues decir que los Cheetos o los Doritos son "lo peor de lo peor" poca mella hará en la mente de un niño.
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. Es un balance muy delicado, pues se corre también el riesgo de obsesionarlos desde chicos a mantener el peso, la línea, la imagen, y resulta contraproducente. Por eso la responsabilidad no debe depositarse sólo en la escuela y la publicidad social, la familia debe estar muy involucrada.

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