Las iglesias islámica y católica parecen estar en guerra perpetua. Sin embargo un pequeño punto de consenso logró formarse entre ambas instituciones: si al mundo se lo está llevando el diablo, es por el libertinaje sexual. Para el ayatolá Kazem Sedighi las mujeres mal vestidas y las relaciones sexuales ilícitas son la causa de tanto terremoto. Por su parte, Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de las Casas, argumenta que la invasión del erotismo es la causa de la ruptura de los votos de castidad y de los abusos a menores cometidos en la iglesia.
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. Las declaraciones de Sedighi, acá en occidente, a lo mucho provocarán un aburrido “sí, ajá” como respuesta. Nos imaginamos a la Madre Naturaleza más molesta por tanta emisión de contaminantes y tanto desecho en los cuerpos de agua que por sus hijos brincando como alegres conejos. Las palabras de Arizmendi Esquivel, por el contrario, despiertan verdadera indignación.
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. Ahora resulta que porque hay mucho libertinaje a los pobres curas les cuesta trabajo mantener sus votos de castidad. Ahora resulta que es culpa de esta enviciada sociedad que unos sacerdotes sin escrúpulos ni ética (y mucho menos moral y temor de Dios) hayan abusado de menores.
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. “No es fácil, a veces, mantenerse fiel tanto en el celibato como en el respeto a los niños”, dice Felipe Arizmendi. ¿A nadie le causa alarma que a los líderes morales de la iglesia mayoritaria del país encuentren difícil mantenerse fieles al respeto a los niños? Caray, el resto de la población está mucho más lejos de la religión y mucho más cerca de los vicios y no se le hace tan difícil no violar niños.
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. Sí, hay pederastas fuera de la iglesia. Por supuesto. No es la iglesia la que origina la pederastia, tampoco el celibato y mucho menos la homosexualidad como argumentan los jerarcas católicos. Pero fue la corrupción dentro de esa institución la que permitió que ésta creciera. Los encubrimientos, los favores, la minimización del problema, el boicot a los medios que intentaban denunciarlo. La sociedad es un medio ambiente “muy contrario a la castidad”, dice Felipe Arizmendi. No dice que en cambio la protección de la iglesia es un verdadero paraíso para los pederastas.
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. Pero la iglesia no suele reconocer sus errores. Es más fácil apuntar el dedo hacia la sociedad, hacia los libros de texto cargados de genitalidad, a los homosexuales. A todos menos a ellos. Con su libro sagrado citan por qué es pecado el sexo fuera del matrimonio, el divorcio o el aborto, pero olvidan que en esas escrituras también se habla del libre albedrío. La sociedad no empujó a ningún sacerdote a cometer violaciones ni a abusar de nadie.
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. La iglesia se queja ahora del desprestigio y de la furia con que los rapaces medios de comunicación azotan ahora al catolicismo. No consideran que si no hubieran pensado que la pederastia era una “gripita”, como dijo Raúl Vera, obispo de Saltillo, la bomba no les hubiera estallado en la cara como lo hizo. ¿O qué, pensaban que sus víctimas iban a callar si les metían el temor de Dios que nunca los detuvo a ellos, creían acaso que nadie iba a alzar nunca la voz?
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. Pues cómo iban a imaginarlo, si en otros tiempos los medios que intentaban denunciar las acciones de los sacerdotes pederastas eran boicoteados. Es por ello que ante el actual auge de denuncias y declaraciones deben tomarse medidas no sólo contra quienes violaron a niños, sino también es necesario aplicar penas igual de severas a los que hayan encubierto o solapado los abusos, pues pederastas siempre van a haber, lo imperativo es asegurar que no se vuelvan a dar medios propicios para que éstos cometan sus abusos. Un Estado de derecho no es aquél donde no hay crimen, sino aquél donde los crímenes son sancionados.
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. ¿Por qué nos está llevando el diablo? No, señor Sedighi, no son las mujeres mal vestidas. Tampoco son los libros de texto, señor Arizmendi. Es porque los poderes de las naciones rara vez prefieren construir un Estado de derecho a engrosar sus arcas, porque cuando lo intentan son impedidos por el poder económico y porque los líderes morales de las distintas sociedades, en lugar de inculcar valores se enfrascan en guerras que duran centurias y batallan duramente ante la tentación de no violar niños.
Imagen: Ángel Suárez
jajajajajaja ps yo sigo riéndome de tus cartones...
ResponderEliminar(y admirando la manera en que escribes)
saludos, abrazos y buenos deseos
Lo tuyo es escribir, ¡Ahora resulta qué es culpa
ResponderEliminarnuestra!
Pobres hombres, entre tantos niños y niñas. Esos
malditos llevan un Humbert Humbert ¡Cuidado lolitas!
jajajaja sólo que en Lolita él se declara culpable!!!
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