por Gerardo Suárez
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Durante esta década el asunto del calentamiento global ha tomado las agendas públicas de todos los países porque sus efectos se han acentuado rápidamente. Ante este panorama, el mundo ha promovido en sus habitantes una nueva actitud: No basta con vivir informados acerca del peligro del calentamiento global, hay que actuar.
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. Cada año aparecen nuevas campañas “verdes” y algunas de éstas son llevadas a cabo por empresas y organizaciones que intentan resarcir hoy el impacto que han provocado en el ambiente durante lustros o décadas. Aunque son tardías, el mundo igualmente necesita de estas nuevas acciones.
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. De este modo, la preocupación por la naturaleza permea a los habitantes del mundo, pero ¿a quiénes hubo que escuchar para poner las miradas en el medio ambiente? A las asociaciones y expertos que se preocupan por el cuidado del planeta.
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. Todos ellos han recibido un trato inmerecido durante mucho tiempo. No se les puso atención hasta que la Antártida comenzó a derretirse desmesuradamente; hasta que las estaciones del año desobedecieron sus periodos aparentemente perpetuos, los incendios desquiciaron regiones antes templadas, o las inundaciones hicieran lo propio con zonas secas.
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. Las organizaciones ambientalistas alzaron la voz en los años 70 y 80. En México, la conformación de Pronatura, A.C. fue un ejemplo de esa primera manifestación global. La organización inició sus labores en 1981 en el Distrito Federal con el objetivo de promover un desarrollo de la sociedad en armonía con la naturaleza (flora, fauna, ecosistemas).
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. Esta asociación, una de las más importantes de su ramo en Latinoamérica, junto con otras ha convocado desde entonces a un cambio de actitud del mexicano frente al ambiente. Razones de peso sobran: el país posee el segundo lugar mundial en cuanto a variedad de ecosistemas y el cuarto en riqueza de especies animales y vegetales, de acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (Conabio).
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. Siempre se ha discutido que estos tesoros podrían incrementar el desarrollo de la nación si se manejaran adecuadamente, pero actualmente los esfuerzos se concentran en proteger esta diversidad ante los riesgos de su desaparición.
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. Ante tales amenazas, no hay que dudar en atender el llamado generalizado para restablecer la armonía entre el humano y la naturaleza en la medida de lo posible. Estar informados sobre los gases causantes del calentamiento global y sus efectos resulta insuficiente.
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. El mundo pide que los individuos actúen para revertir los efectos de sus propias acciones. No podemos esperar a que otro huracán, otra sequía u otra inundación nos demanden ayuda para cuidar el medio ambiente.
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. Hay que actuar, ya sea como voluntario de una asociación en pro de la naturaleza, o al adoptar pequeñas medidas desde casa; ya sea al cursar un taller de educación ambiental, o al reflexionar en la importancia de la naturaleza. No hay tiempo que perder.
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