sábado, 26 de junio de 2010

Lo que el perro me dejó

Por donde vivo hay un parque, a su alrededor ha rondado por años un perro. Joven y sano, todos lo querían. Pero un día contrajo sarna. Hace unos días lo vi, su estado ya era francamente lastimoso. "Ese animal sufre mucho -pensé-, alguien debería ayudarlo a vivir mejor o a morir dignamente".
.
. Después, le pregunté a mi novio si él iría a la marcha por el Día de los derechos de los animales, el próximo 17 de julio. Me dijo que no.
.
. —¿No te parece importante abogar por sus derechos?
.
. —No me gusta ir a esa clase de cosas. Preferiría ayudar al perro que vive por tu casa, llevándolo a un veterinario a ver si todavía lo puede salvar, o si no que lo sacrifique para que deje de sufrir de una vez.
.
. —Para eso necesitas dinero.
.
. —Tú todo quieres resolverlo con dinero o con marchas. Seguro no eres la única a quien no le gusta verlo así. Puede que a otros les moleste en vez de tenerle lástima, pero igual podrías organizarte con los vecinos, encontrar a un veterinario que pueda hacerlo sin cobrar... no sé. Eso a mí me haría sentir mejor que ir a una marcha.
.
. Aunque la marcha no dejaba de parecerme importante, reconocí que tenía razón. De todas formas, sabía que no iba a ayudarme con el perro. Para cuando decidí actuar, era muy tarde. Al día siguiente, camino a la tiendita frente al parque, vi al perro muerto.
.
. Me quedé pensando. Ahora sé que ir a marchas o pregonar las convicciones no lo vuelven a uno un activista. Entendí que la naturaleza del activismo político y social está en el hecho de modificar algo: no importa cuan grande o pequeño parezca.
.
. Puede partir de la iniciativa de uno solo, y será trascendente si logra involucrar a los demás. Aunque los demás sean uno o dos. Aún si la gran meta parezca inalcanzable (los derechos de los animales o la paz mundial), un pequeño logro colectivo vale la pena porque ahí hay actividad. En menor escala, sí, pero todos los grandes cambios empiezan por las pequeñas cosas.
.
. Qué lindo, ¿no? Que todo esto haya surgido a partir de un perro sarnoso. Me gustaría ver que la Iniciativa México motivara algo así en los ciudadanos. La verdad, lo dudo.
.
. Es la gente la que tiene que convencerse a sí misma de que puede hacer algo. Con o sin recursos. Apelando a la solidaridad, despertando una voluntad colectiva.
.
. Este país no necesita unos pocos héroes. Requiere un chingo de ciudadanos. Ojalá no sea, como en este caso, demasiado tarde para hacer algo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario