Y parece que fue ayer, por eso los clásicos no pierden vigencia...
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La noche del viernes 29 de mayo mucha gente salía de la rutina y es que teníamos una visita internacional. Se trataba ni más ni menos que de Sir Paul McCartney.
.
. Pero no sólo los afortunados que estuvieron en el Foro Sol pudieron disfrutar del concierto, sino también aquellos cuya economía no les permitió adquirir boletos para tan esperado evento.
.
. La sede de este concierto alternativo fue el Monumento a los Niños Héroes, ubicado en el Bosque de Chapultepec. Por medio de una pantalla gigante, los asistentes podían disfrutar de la presentación de su artista.
.
. Desde la entrada al lugar, los vendedores comerciaban con todo aquello relacionado con el evento: playeras, gorras, tazas, fotos, etc., pero eso sí, advertían a los compradores: “más baratas que en el Foro”. Luego el asistente era sometido a una revisión por parte de los cuerpos de seguridad públicos y privados, de esta forma no sentiría tanta diferencia con haber presenciado el concierto en el Foro Sol o en Chapultepec.
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. Los límites entre clases sociales se borraban; se podía ver a un grupo de hombres trajeados al lado de gente de vestimenta más humilde; todo un fenómeno social.
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. El público enardecía cada que McCartney decía en su no muy buen español: “Hola chilangous”. And I Love Her, y Eleanor Rugby, fueron algunas canciones que la gente empezaba a corear, mientras el buen audio del lugar a través de unas bocinas gigantes nada le pedía al audio original.
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. La señal en la pantalla en ocasiones se iba durante algunos instantes, lo cual ocasionaba abucheos y mentadas. Aunque eso sí, la pantalla hacía que se presenciara el concierto con mucho más cercanía que varios de quienes estaban en el inmueble de Río Churubusco. Es más, había gente más emocionada en Chapultepec que algunos de los que estaban en las primeras filas del Foro.
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. Paul sólo cambiaba de guitarras y era impresionante que no hiciera pausas ni siquiera para tomar agua; una razón más para volverse vegetariano.
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. Con Obladi Oblada, la gente saltaba, a pesar de la incipiente lluvia; de inmediato brotaron quien sabe de donde vendedores de capas para el agua “de a 10 pesos”, ¿de dónde salieron?. Cuando las caricias del Dios Tláloc arreciaron, a pocos les importó, pues el ex Beatle para entones interpretaba Let It Be. Una señora, feliz, gritaba con insistencia: “aquí estamos, Paul”.
.
. Las fallas en la señal se volvían a hacer presentes por algunos segundos, al tiempo que algunas personas lo tomaban con humor “prendan la tele”, decían.
.
. Cuando la lluvia estaba en su máxima intensidad, el concierto se encontraba también en su máxima expresión, pues Paul cantaba Live and Let Die, éxito que tuvo con su banda The Wings, mientras fuegos artificiales llenaban de majestuosidad aquellos instantes.
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. Cuando Paul se despedía en el Foro, el humor se volvía a hacer presente entre el público: “baja a saludar”, le gritaban.
.
. Cinco minutos después de la media noche el concierto concluía y McCartney se había marchado, mientras unos jóvenes bromistas elevaban la voz para decir “gracias, pantalla”.
.
. Así concluyó la presentación de un hombre incansable, que durante más de tres horas deleitó a su público y a quien para definirlo simplemente bastan tres palabras: Sir Paul McCartney.
La noche del viernes 29 de mayo mucha gente salía de la rutina y es que teníamos una visita internacional. Se trataba ni más ni menos que de Sir Paul McCartney.
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. Pero no sólo los afortunados que estuvieron en el Foro Sol pudieron disfrutar del concierto, sino también aquellos cuya economía no les permitió adquirir boletos para tan esperado evento.
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. La sede de este concierto alternativo fue el Monumento a los Niños Héroes, ubicado en el Bosque de Chapultepec. Por medio de una pantalla gigante, los asistentes podían disfrutar de la presentación de su artista.
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. Desde la entrada al lugar, los vendedores comerciaban con todo aquello relacionado con el evento: playeras, gorras, tazas, fotos, etc., pero eso sí, advertían a los compradores: “más baratas que en el Foro”. Luego el asistente era sometido a una revisión por parte de los cuerpos de seguridad públicos y privados, de esta forma no sentiría tanta diferencia con haber presenciado el concierto en el Foro Sol o en Chapultepec.
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. Los límites entre clases sociales se borraban; se podía ver a un grupo de hombres trajeados al lado de gente de vestimenta más humilde; todo un fenómeno social.
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. El público enardecía cada que McCartney decía en su no muy buen español: “Hola chilangous”. And I Love Her, y Eleanor Rugby, fueron algunas canciones que la gente empezaba a corear, mientras el buen audio del lugar a través de unas bocinas gigantes nada le pedía al audio original.
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. La señal en la pantalla en ocasiones se iba durante algunos instantes, lo cual ocasionaba abucheos y mentadas. Aunque eso sí, la pantalla hacía que se presenciara el concierto con mucho más cercanía que varios de quienes estaban en el inmueble de Río Churubusco. Es más, había gente más emocionada en Chapultepec que algunos de los que estaban en las primeras filas del Foro.
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. Paul sólo cambiaba de guitarras y era impresionante que no hiciera pausas ni siquiera para tomar agua; una razón más para volverse vegetariano.
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. Con Obladi Oblada, la gente saltaba, a pesar de la incipiente lluvia; de inmediato brotaron quien sabe de donde vendedores de capas para el agua “de a 10 pesos”, ¿de dónde salieron?. Cuando las caricias del Dios Tláloc arreciaron, a pocos les importó, pues el ex Beatle para entones interpretaba Let It Be. Una señora, feliz, gritaba con insistencia: “aquí estamos, Paul”.
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. Las fallas en la señal se volvían a hacer presentes por algunos segundos, al tiempo que algunas personas lo tomaban con humor “prendan la tele”, decían.
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. Cuando la lluvia estaba en su máxima intensidad, el concierto se encontraba también en su máxima expresión, pues Paul cantaba Live and Let Die, éxito que tuvo con su banda The Wings, mientras fuegos artificiales llenaban de majestuosidad aquellos instantes.
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. Cuando Paul se despedía en el Foro, el humor se volvía a hacer presente entre el público: “baja a saludar”, le gritaban.
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. Cinco minutos después de la media noche el concierto concluía y McCartney se había marchado, mientras unos jóvenes bromistas elevaban la voz para decir “gracias, pantalla”.
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. Así concluyó la presentación de un hombre incansable, que durante más de tres horas deleitó a su público y a quien para definirlo simplemente bastan tres palabras: Sir Paul McCartney.
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