Observa el mundo a tu alrededor. Abre bien los ojos y mira la luz, los colores y sus matices, las formas. Respira, siente el aire fluir por tus pulmones y oxigenar tu sangre. Siente, el frío de la sombra, la humedad en el rocío, el calor del sol. Percibe los aromas y perfumes que llegan a tu nariz, las flores, la comida, el viento mismo.
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. Date cuenta que tienes un cuerpo sano, con el que caminas, corres, saltas. Que tienes la capacidad de pensar, de sentir, de actuar, de vivir. Cada cosa que tienes es una bendición, todo lo que necesitas lo tienes delante de tí. Tu educación, tu hogar, tu familia y amigos, tu propio ser. Estás completo, no te hace falta nada más, salvo lo que tú creas que te falta.
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. Pero recuerda que tu deseo no es una necesidad, lo que añoras no te garantiza la felicidad, sino un instante de alegría efímera, que como la vida misma, nace, crece, decae y muere, pero sin frutos. Valora lo que tienes contigo, y cae en la cuenta, de que el rico no es el que más posee, sino el que sabe valorar lo que tiene, quien es feliz con lo que posee, y quien tiene a alguien junto a él, es el más afortunado del mundo.
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. Las cosas más valiosas son las que el dinero no puede comprar, las que no pueden ser denominadas con un número, sino las que te marcan y hacen una diferencia en tu vida; las personas a lo largo de tu existencia, ya sea que la hayan hecho dichosa o desdichada, porque ellos han ayudado a forjar quien eres ahora; los recuerdos de lo bello que viviste y el aprendizaje de tus errores.
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. Observa, respira, siente, percibe, valora, recuerda, vive... porque está vida es la única que tenemos y sólo se vive una vez...
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