Hoy es un día soleado. A las 11 de la mañana, con el cielo sin una sola nube, aire que corre de aquí hacia allá y que llega a la piel anunciando la llegada del invierno.
Como en todo evento convocador de multitudes, no faltan los vendedores ambulantes que ofrecen a los transeúntes el artículo de novedad, según sea el caso. Para hoy, las imágenes del Che Guevara, de Villa o Zapata, revolucionarios todos, pines del Partido del Trabajo, del águila republicana y el libro remasterizado sobre la verdad de López Obrador.
Hoy la Plaza de las Tres Culturas, escenario de la masacre que, según jóvenes todavía no nacidos en 1968, no pueden olvidar, es un lugar de fiesta, de remembranzas, de consignas libertarias, de unidad, de lucha social y hasta de música y baile.
En la explanada son ofertados paliacates con la figura clásica del Che, mismos que si se colocan al más puro estilo de vaquero bandido, parece que el rostro se conjuga con el del guerrillero argentino.
Huele a copal y se escuchan tambores, señal inequívoca de la presencia de danzantes, 15 ó 20, tal vez. Todos morenos, pero de ese tono café opaco, mate; piel curtida, pies descalzos y eso sí, ninguno con las piernas flacas.
La hora de los comerciales llega. Al frente, Manuel Oropeza Morales, presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el D.F., y Paco Ignacio Taibo II, escritor. El primero hace un preámbulo de lo que ahí se hablará y el otro pronuncia un discurso chido, pa’ la banda inconforme.
Libros gratis, regalados y sin costo alguno son entregados por gente del PRD. Se trata de una recopilación de Juan Hernández Luna (con errores de sintaxis en el prólogo) de textos alusivos a aquel dos de octubre de 1968, todos juntitos, en un sólo tomo. Gracias PRD por hacer esto posible.
Flashes por todos lados mientras Taibo II habla, la gente encendida con el discurso. “Hay que celebrar que dejamos a Comex sin pintura cuando la pinta de bardas. Hay que recordar otras cosas, las buenas”, dice Paco Ignacio mientras sostiene un cigarrillo Cohiba que pasea de su mano izquierda a su boca constantemente.
Y la arenga rebelde sigue, y los tamborazos de los danzantes como música de fondo también.
Si esto fuera tiempo al aire ya se habrían pagado varios millones de pesos. Otro anuncio se lanza: la feria del libro alternativo. Nombre trillado cuando el mundo de las letras es enorme, aquí, pues, la palabra alternativo pierde sentido.
El primer contingente estudiantil de los tantos que visitaron las Tres Culturas llega, proveniente de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza. Corean “goyas” una y otra vez, muchas veces sin saber por qué; gritan consignas que salen de contexto con la causa del día de hoy y eso sí, se toman fotos que muy probablemente veremos en el Facebook.
Paco Ignacio Taibo II al fin deja el micrófono y un espontáneo, Gerardo Hernández, de la FES, lo pide para emitir unas palabras de libertad y de no represión. Discurso emotivo, para él, porque ya ni sus compañeros le ponen atención, pero eso sí, luego del punto final y del “muchas gracias” que quiere decir que ya terminó, llegan los aplausos y ovaciones.
Al final, el pensador con ideas revolucionarias y amigo de los jodidos, Taibo II, firma libros, los últimos ya sin ver, le digo gracias y ni me contesta, pues su mirada está enfocada en los reporteros de televisión que pronto lo entrevistarán. Qué más da, él es el importante, y el poder corrompe y se olvida del compañerismo que él mismo dijo tener.
Eso, al igual que el dos de octubre de 1968, tampoco se olvida.
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