“¡Atención! Ella es mi hermosa hija que, como pueden observar, ya está en edad fértil. Hombres de la sociedad, admírenla. Acepto propuestas en espera del mejor postor”. Justo ésa es la idea de las fiestas de presentación en sociedad. ‘La Fiesta de XV años’ se inspira en dichas celebraciones y, como a toda expresión cultural importada, se le ha dado su toque mexicano.
. El elemento principal de estas solemnidades es la elegancia, misma que se demuestra en el aspecto de la quinceañera: usa ropa del siglo XIX, vestido amplio; peinados finos y exuberantes cuya elaboración es costosa. Sus acompañantes también son parte de esa distinción al estar ataviados con frac y corbata. Del lado culinario no falta el toque fino: los complejos platillos son servidos en porcelana por atentos meseros.
. La cortina de la elegancia se desploma al considerar otros pequeños detalles como que la fiesta no se ha realizado en un salón, sino en una calle empinada de la colonia; los chambelanes insistieron en conservar su peinado "punk"; la comida se sirvió en platos desechables y no fue precisamente caviar. Pero sin duda el remate de todo esto es que, después del vals, la quinceañera se olvida del vestido para ponerse unas mallas y embarrarse con movimientos provocativos a sus chambelanes.
. La crítica no intenta desdeñar las actitudes modernas, de hecho la mejor comida es la servida en plato desechable. Lo burlesco de estos ritos es su carácter anticuado. La “Fiesta de XV años” debe ser igual a las otras juergas, los esfuerzos que hacen los padres en comprar adornos, vestido, contratar coreógrafo y uniformar a los chambelanes debería ser invertido en una celebración digna de esa edad.
. La opción sería omitir ritos como “el vals de la última muñeca” y adquirir más comida, botellas e incluir más invitados. El vals principal, que en los últimos años se ha sustituido por una pieza musical estilo New age o bien el clásico Tiempo de vals de Chayanne, puede ser descartado y pasar de lleno a bailar La Macarena o Gasolina con el verdadero gusto de montar una dinámica coreografía.
. Es caricaturesco tratar de creer que nos encontramos en Viena del siglo XIX cuando pertenecemos a la raza de bronce. Es grotesco que los padres quieran arraigarse a una misógina tradición que pone en venta a una hija.
Hasta cierto punto, coincido contigo en que los papás muestran la mercancía para ponerla a la venta jajajaj. Pero incluso, si en nuestros tiempos aún persisten estas tradiciones -un tanto medievales- es para tratar de "quedar bien". Habrá gente a quien le encante eso de despilfarrar el dinero antes de brindarle una mejor educación a sus hij@s, pero en lo personal, toda esta parafernalia es una pérdida de tiempo y mucho dinero en algo muy efímero. ¡Gracias a Dios mis papás no se encapricharon en hacerme una fiesta de 15 y yo me presente en sociedad, sin vestido de pastel, tal y como soy! :P
ResponderEliminarMe gustó tu artículo. Hace reflexionar.
ResponderEliminarSaludos; qué gusto leer, también, los comentarios de Paolapáez.
Marco A. Cervantes
esta genial tu articulo...yotambien creoque este tipo de fiiestas es un poko mas gasto de dinero en algo que se acabara en una noche...creo que este dinero sepude inventir en algo mejor para aquella chika quinciañera...
ResponderEliminarMe gustó tu artículo. Al leerlo de inmediato remite a vivencias personales, a las fiestas de amigas, primas o alguna otra "princesa" de nuestro siglo
ResponderEliminarEl regalo de último juguete para la damita que hoy se estrena... y diantres! el novio punk le regala unos rápidos minutos de pasión detrás del escenario, donde ahí mismo su padre anda buscándola vía micrófono con ya bastantes tragos encima...
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